LA
ANTROPOFAGIA, EL TIEMPO Y LA MEMORIA
La
antropología, el tiempo y la memoria, pueden ser referentes válidos para
aproximares a una lectura correcta de las obras de Fernando Fazzolari. Es que
sus bocas resumen todo lo comido y todo lo devorado. En ambos casos, sea por
lenta trituración u ominoso y rápido engullido, nada queda para reconstruir, ni
nada se intenta reconstruir. Fazzolari nos coloca ante el hecho fáctico de una
pertinaz bambruna, de una corrosiva voracidad. Sin degradación, cierto, pero
rozándola de manera imperceptible, como una vaga resonancia atemporal a la
cual, en algún momento, habrá que tener en cuenta.
Mundo,
de una gran capacidad síntesis, permite que ésta actúe como revelación de las
intersecciones que integran su lenguaje., De lo dicho y explicativo, que es una
adjetivación precisa y urticante y de lo no dicho e implícito, que es una
metáfora esquiva y peligrosa.
Fazzolari acota un campo básicamente dramático,
incisivo y por momentos lacerante. Pero indaga en la herida con solicitud casi
amorosa, con la claridad de un cirujano. La luminosidad aromática de sus
cuadros, el evidente placer de pintar y manejar la materia, tan natural que,
desde las sutilezas de valores (¡qué bien inserta y distribuye sus blancos!), a
las dinámicas convergencias de cromos sustancialmente vívidos y hasta festivos,
se apañan para que el clima de estas densas criaturas (bocas, orificios, fosas,
cuerpos o hendiduras), tengan la aséptica y la sinfonía de silencio de una sala
de vivisección.
Allí
Fazzolari ejecuta sus incisiones sobre la carne viva de la mente, penetra,
explora, sujeta y hasta muerde. Muy rara vez desgarra. Lo hace transgrediendo
el sentido de la totalidad. Se dirige al fragmento, a la parte y aborda su
indagación apoyándose en otros fragmentos y otras partes: fragmentos del tiempo
y la memoria.
Es por
eso que sus sillas pueden no estar completas, ni sus cuerpos enteros, ni su
espacio definido. Cámara o superficie, glúteo o muslo, todo acota siempre lo
que falta, lo que no está. ¿Pero en qué, sentido Fazzolari: se asoma o regresa?
("Retrato precoz de Natalia y Carolina").
Quizás
las respuestas posibles sean todas válidas. Lo importante es la magnitud de su
inocencia, su entrega a la carne, su dimensión de ternura.
Ahí
están expuestas en la rápida y precisa colocación de sus pinceladas, en las
voladuras que suavizan, protegen y rodean en las formas, en la exaltación de la
parte como evidencia, en la fertilidad de sus imágenes.
Un juego
de abalorios carnal y sólidamente humano.
Horacio Safons
Agosto de 1983